Orgullosísimos estamos de haber nacido y vivido en la misma ciudad en la que ha nacido y vivido el Porco Bravo. Ayer en el En Vivo se lo comió todo: el escenario, el público, el sudor, el fuego, el cansancio acumulado, el rock, el punk e incluso la política. Todo. El Porco es omnívoro, pero también rebosa, se desparrama y su actitud contagia, así que nos abandonamos a él y disfrutamos como enanos (como lechones, mejor). Viva Porco.
También hubo ayer otras sensaciones (positivas, claro), pero esta tenía que ser la primera. Mañana (quizás) más.
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